Por: Alma Febus
Una crisis es un llamado al despertar potencial de la consciencia individual y colectiva, aunque normalmente se asocia la crisis al sufrimiento. La realidad es que una crisis abre la puerta a una crisálida, es un crisol, un lugar de alquimia. Una crisis nos lleva a una criba, a la selección, al discernimiento, al cribar, que es derivado al hecho de escoger una mejor forma de estar en la vida. La crisis nos obliga a dejar de tener para poder SER y lograr TENERNOS más. En muchas oportunidades es una invitación a una transformación radical y a una elevación eventual del nivel de consciencia, entendiendo el nivel de consciencia como la capacidad de AMAR. De algún modo las defensas del ego ceden, de manera que la lucidez, la empatía, la compasión, la benignidad, la clemencia, la generosidad, la sencillez, la humildad, el sentido de valoración ante todo lo que constituye nuestra vida, entre otros valores logren emerger.
Una crisis podría generar heridas, algunas podrían resultar muy severas, tal vez prevalecen toda la vida, pero debemos comprender que justamente es a través de la herida que entra y sale la LUZ y es justo donde puede ocurrir una alquimia interior, un alcance a una forma de conciencia cristica. Una consciencia cristica es el estado más elevado de amor y compasión en un ser humano. De hecho ya andamos apreciando que a través de esta crisis ha surgido en muchas personas una forma de conciencia donde pueden apreciar lo que es realmente valioso en la vida. Ha habido por ejemplo un reconocimiento mayor respecto a las personas que trabajan con los servicios sanitarios, de muchos elementos realmente importantes, personas que aportan valor, ha habido un incremento importante respecto a las personas que han decidido formarse, reinventarse a nivel laboral, optar por ser entes de trabajo independiente a un sistema, ha habido un incremento muy fuerte en cuanto a los procesos de comunicación digital que poseen como intención el difundir una nueva consciencia, una nueva mirada, una nueva forma de entender al ser humano, los vínculos, sentido de diligencia con el planeta, entre otros elementos. Una crisis no necesariamente genera un despertar en todos.
A mí modo de apreciación y considerando por ejemplo, la ley de Pareto 80/20, habrá un porcentaje de personas que despertarán y otras permanecerán sumergidas en un sueño profundo. La ley de pareto 80/20 establece que un 20% de las personas cambia significativamente y generan un 80% de los efectos positivos, lo cual es muy alentador. Ciertamente, algunos de estos cambios serán observados de manera inmediata y otros se manifestarán a largo plazo. Si acompañamos cualquier forma de crisis de VALORES que crean VALOR lograremos extraer más allá del dolor que pueda generar toda experiencia de dificultad, el APRENDIZAJE necesario para efectos de continuar nuestra vida en mejores términos. Todos hemos experimentado crisis de todo tipo y algunas de esas crisis generan heridas que permanecerán abiertas por siempre, pero es importante saber que cuando la herida está abierta, según sale luz a través de esa apertura, del mismo modo, si así lo permites la luz podría entrar y calmar, consolar. Y justamente es en esa entrada de la luz, donde sucede además una posibilidad de alquimia interior, de crisálida o incluso de la emergencia de la conciencia Cristica.
Si lográsemos identificar, dentro de la ley de pareto, que somos parte de ese 20% que hemos tomado consciencia: Qué podríamos hacer para expandir nuestro aprendizaje, nuestros descubrimientos, nuestra reinvención. Qué podemos hacer para que una vez se abra la puerta no olvidemos lo que hemos aprendido? El inicio de todo cambio es una decisión, que cuanta más fuerza tiene, que cuanto más se instala en lo eterno, en el presente podría resultar más sostenible y efectiva. Y si existiese una decisión para tomar, diría que sería importante decidir a cada instante dar lo mejor de nosotros en todo, en lo pequeño y en lo grande. Procurar en cada respuesta, que lo que dices o haces llegue al corazón de las personas, llegue a la provocación de la mente de las personas. Que si tienes que hacer una sopa, hagas la mejor sopa posible para tí y para los que amas, si tienes que barrer, barre bien. Recuperar valores como el civismo, valores que invitan a los demás a abrirse emocionalmente, contagiar alegría, buen humor. Ser conscientes de que el desánimo y el pesar también se contagian. Por lo tanto estar conscientes de que podríamos crear una pandemia de transformación desde lo esencialmente humano y probablemente no existe mayor contagio que el que sucede de la sensillez, de la generosidad, de la voluntad de servir. Procurar a cada instante ser lo mejor que podamos ser, entregar lo mejor que podamos entregar, siempre vigilando que ninguna fuerza opositora trastoque nuestra dignidad o nuestra salud integral. Debemos comprender que lamentablemente somos parte de un sistema arrogante, pero a su vez esa arrogancia del sistema nos plantea el sentido de urgencia en que deberíamos asumir todo aquello que podríamos hacer a favor de nuestra propia superación como individuos, como sociedad y como humanidad. Se trata de hacerlos cargo, lejos de las culpas de uno u otros, tomar RESPONSABILIDAD. Comprender que ante el encierro ya la corrida no puede ser hacia afuera, obligatoriamente debe suceder hacia los adentros, de menera que logremos llevar a cabo una reconciliación debida con nosotros mismos y con nuestro entorno, considerando en este esfuerzo los argumentos mas importantes que constituyen nuestra vida, comenzado por el AMOR, la FAMILIA, el TRABAJO, los AMIGOS y la CULTURA. Replantearnos cada uno de estos argumentos será indispensable para efectos de librar toda categoría de crisis. Explorar a profundidad las metodologías que nos encontramos utilizando para vivir, reevaluar fórmulas de funcionamiento, validarlas si es necesario, pero del mismo modo tener la humildad y el valor de modificarlas o erradicarlas, en caso de que no nos permitan avanzar o trastoquen de modo negativo e innecesario a alguien más. No es un ejercicio sencillo para llevar a cabo, pues requiere la administración del valor de la humildad, la honestidad y ante todo es una acción que sugiere el que seamos capaces de viajar a nuestros adentros y profundizar en nuestro ser. Acción que va un poco en contra de nuestra naturaleza extravertida, que comúnmente posee la tendencia de pretender encontrar afuera, todo lo que solo se podría encontrar en los adentros. Una crisis es una EMERGENCIA, donde sucede el nacimiento rápido de una conciencia. Una consciencia que debe aspirar alcanzar los tres principios fundamentales que establece el arte de vivir. El arte de vivir establece que llegamos a este espacio existencial a ser felices, a amar lo suficiente y a dejar una huella. Una crisis debe ser manejada con equilibrio, con la lucidez que nos permite interpretar y manejar asertivamente nuestra realidad, bien sea individual o colectiva. Una crisis debe ser manejada con elegancia, con un sentido ético, que otorgue estética o belleza a nuestro pasar por la vida. Ante todo una crisis debe ser manejada con aceptación, con gratitud, desde el amor absoluto y un sentido basto de esperanza. La esperanza que no es otra cosa que la vida misma defendiéndose. Esa forma de esperanza que nos alienta a llevar la cruz, quizás con una mano en corazón, porque duele, pero del mismo modo sostiene su frente en alto, no pierde de perspectiva el paisaje. No pretende eliminar ni un solo pedacito de la cruz, pues reconoce en la capacidad de esfuerzo, el hecho de que todo pasa y una vez pase, corresponderá cruzar al lado opuesto, a ese lugar luminoso que nos aleja de la oscuridad, donde solo podrán llegar aquellos que llevaron su cruz entera, pues la misma será el puente conducente a esa fuente de luz, donde el dolor y la sed serán consolados y saciados por siempre. Ojalá que antes de cruzar el puente conducente a la iluminación logres bendecir la crisis que te ayudo a crecer y a trascender. Ojalá logres bendecir esa caída que te obligo a mirar a lo alto y a aprender a apreciar el paisaje de forma constante en toda su constitución y ojalá seas capaz de bendecir la adversidad que te indujo a buscar más de Dios, sin importar el modo en que le concibas. Ante la crisis, en efecto la creencia, cualquiera que sea es importante, pero debes saber que de nada servirá saber, entender o creer sino eres capaz dé transformarte. Y la transformación de un ser humano ante las crisis implica lo siguiente: Aprender a valorar y potenciar los momentos de alegría, alquimizar el dolor y transformarlo en instrumento de sanacion propia y para otros y vivir desde el amor que es consciente y expansivo, esa forma de amor que se eleva por su propio peso, a pesar de todo y de todos.