Nota: El Tikkun HaKlali es una serie de “10 Salmos” que al ser recitados sirven para el arrepentimiento de todos los pecados; en particular los pecados de connotación sexual, el derrame seminal nocturno e involuntario, la masturbacion y otros.
Salmos, 16
1.A media voz. De David. Guárdame, oh Dios, en ti está mi refugio.
2.Yo digo a Yahveh: «Tú eres mi Señor. mi bien, nada hay fuera de ti»;
3.ellos, en cambio, a los santos que hay en la tierra: «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
4.Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo. Mas yo jamás derramaré sus libámenes de sangre, jamás tomaré sus nombres en mis labios.
5.Yahveh, la parte de mi herencia y de mi copa, tú mi suerte aseguras;
6.la cuerda me asigna un recinto de delicias, mi heredad es preciosa para mí.
7.Bendigo a Yahveh que me aconseja; aun de noche mi conciencia me instruye;
8.pongo a Yahveh ante mí sin cesar; porque él está a mi diestra, no vacilo.
9.Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en seguro descansa;
10.pues no has de abandonar mi alma al seol, ni dejarás a tu amigo ver la fosa.
11.Me enseñarás el caminó de la vida, hartura de goces, delante de tu rostro, a tu derecha, delicias para siempre.
Salmos, 32
1.De David. Poema. ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa, y le queda cubierto su pecado!
2.Dichoso el hombre a quien Yahveh no le cuenta el delito, y en cuyo espíritu no hay fraude.
3.Cuando yo me callaba, se sumían mis huesos en mi rugir de cada día,
4.mientras pesaba, día y noche, tu mano sobre mí; mi corazón se alteraba como un campo en los ardores del estío.
5.Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: «Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías.» Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado.
6.Por eso te suplica todo el que te ama en la hora de la angustia. Y aunque las muchas aguas se desborden, no le alcanzarán.
7.Tú eres un cobijo para mí, de la angustia me guardas, estás en torno a mí para salvarme.
8.Voy a instruirte, a mostrarte el camino a seguir; fijos en ti los ojos, seré tu consejero.
9.No seas cual caballo o mulo sin sentido, rienda y freno hace falta para domar su brío, si no, no se te acercan.
10.Copiosas son las penas del impío, al que confía en Yahveh el amor le envuelve.
11.¡Alegraos en Yahveh, oh justos, exultad, gritad de gozo, todos los de recto corazón!
Salmos, 41
1.Del maestro de coro. Salmo. De David.
2.¡Dichoso el que cuida del débil y del pobre! En día de desgracia le libera Yahveh;
3.Yahveh le guarda, vida y dicha en la tierra le depara, y no le abandona a la saña de sus enemigos;
4.le sostiene Yahveh en su lecho de dolor; tú rehaces entera la postración en que se sume.
5.Yo he dicho: «Tenme piedad, Yahveh, sana mi alma, pues contra ti he pecado!»
6.Mis enemigos hablan mal contra mí: «¿Cuándo se morirá y se perderá su nombre?»
7.Si alguien viene a verme, habla de cosas fútiles, el corazón repleto de maldad, va a murmurar afuera.
8.A una cuchichean contra mí todos los que me odian, me achacan la desgracia que me aqueja:
9.«Cosa de infierno ha caído sobre él, ahora que se ha acostado, ya no ha de levantarse.»
10.Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba, el que mi pan comía, levanta contra mí su calcañar.
11.Mas tú, Yahveh, tenme piedad, levántame y les daré su merecido;
12.en esto sabré que tú eres mi amigo: si mi enemigo no lanza más su grito contra mí;
13.y a mí me mantendrás en mi inocencia, y ante tu faz me admitirás por siempre.
14.¡Bendito sea Yahveh, Dios de Israel, desde siempre hasta siempre! ¡Amén! ¡Amén!
Salmos, 42
1.Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.
2.Como jadea la cierva, tras las corrientes de agua, así jadea mi alma, en pos de ti, mi Dios.
3.Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo podré ir a ver la faz de Dios?
4.¡Son mis lágrimas mi pan, de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿En dónde está tu Dios?
5.Yo lo recuerdo, y derramo dentro de mí mi alma, cómo marchaba a la Tienda admirable, a la Casa de Dios, entre los gritos de júbilo y de loa, y el gentío festivo.
6.¿Por qué, alma mía, desfalleces y te agitas por mí? Espera en Dios: aún le alabaré, ¡salvación de mi rostro y
7.mi Dios! En mí mi alma desfallece. por eso te recuerdo desde la tierra del Jordán y los Hermones, a ti, montaña humilde.
8.Abismo que llama al abismo, en el fragor de tus cataratas, todas tus olas y tus crestas han pasado sobre mí.
9.De día mandará Yahveh su gracia, y el canto que me inspire por la noche será una oración al Dios de mi vida.
10.Diré a Dios mi Roca: ¿Por qué me olvidas?, ¿por qué he de andar sombrío por la opresión del enemigo?
11.Con quebranto en mis huesos mis adversarios me insultan, todo el día repitiéndome: ¿En dónde está tu Dios?
12.¿Por qué, alma mía, desfalleces y te agitas por mí? Espera en Dios: aún le alabaré, ¡salvación de mi rostro y mi Dios!
Salmos, 59
1.Del maestro de coro. «No destruyas.» De David. A media voz. Cuando Saúl mandó a vigilar su casa con el fin de matarle.
2.¡Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío, de mis agresores protégeme,
3.líbrame de los agentes de mal, de los hombres sanguinarios sálvame!
4.Mira que acechan a mi alma, poderosos se conjuran contra mí; sin rebeldía ni pecado en mí, Yahveh,
5.sin culpa alguna, corren y se aprestan. Despiértate, ven a mi encuentro y mira,
6.tú, Yahveh, Dios Sebaot, Dios de Israel, álzate a visitar a todos los gentiles, no te apiades de ninguno de esos traidores pérfidos.
7.Regresan a la tarde, aúllan como perros, rondan por la ciudad.
8.Míralos desbarrar a boca llena, espadas en sus labios: «¿Hay alguno que oiga?»
9.Mas tú, Yahveh, te ríes de ellos, tú te mofas de todos los gentiles.
10.Oh fuerza mía, hacia ti miro. Pues es Dios mi ciudadela,
11.el Dios de mi amor viene a mi encuentro. Dios me hará desafiar a los que me asechan.
12.¡Oh, no los mates, no se olvide mi pueblo, dispérsalos con tu poder, humíllalos, oh Señor, nuestro escudo!
13.Pecado es en su boca la palabra de sus labios; ¡queden, pues, presos en su orgullo, por la blasfemia, por la mentira que vocean!
14.¡Suprime con furor, suprímelos, no existan más! Y se sepa que Dios domina en Jacob, hasta los confines de la tierra.
15.Regresan a la tarde, aúllan como perros, rondan por la ciudad;
16.vedlos buscando qué comer, hasta que no están hartos van gruñendo.
17.Yo, en cambio, cantaré tu fuerza, aclamaré tu amor a la mañana; pues tú has sido para mí una ciudadela, un refugio en el día de mi angustia.
18.Oh fuerza mía, para ti salmodiaré, pues es Dios mi ciudadela, el Dios de mi amor.
Salmos, 77
1.Del maestro de coro… Yedutún. De Asaf. Salmo.
2.Mi voz hacia Dios: yo clamo, mi voz hacia Dios: él me escucha.
3.En el día de mi angustia voy buscando al Señor, por la noche tiendo mi mano sin descanso, mi alma el consuelo rehúsa.
4.De Dios me acuerdo y gimo, medito, y mi espíritu desmaya.
5.Los párpados de mis ojos tú retienes, turbado estoy, no puedo hablar;
6.pienso en los días de antaño, de los años antiguos
7.me acuerdo; en mi corazón musito por la noche, medito y mi espíritu inquiere:
8.¿Acaso por los siglos desechará el Señor, no volverá a ser propicio?
9.¿Se ha agotado para siempre su amor? ¿Se acabó la Palabra para todas las edades?
10.¿Se habrá olvidado Dios de ser clemente, o habrá cerrado de ira sus entrañas?
11.Y digo: «Este es mi penar: que se ha cambiado la diestra del Altísimo.»
12.Me acuerdo de las gestas de Yahveh, sí, recuerdo tus antiguas maravillas,
13.medito en toda tu obra, en tus hazañas reflexiono.
14.¡Oh Dios, santos son tus caminos! ¿Qué dios hay grande como Dios?
15.Tú, el Dios que obras maravillas, manifestate tu poder entre los pueblos;
16.con tu brazo a tu pueblo rescataste, a los hijos de Jacob y de José. Pausa .
17.Viéronte, oh Dios, las aguas, las aguas te vieron y temblaron, también se estremecieron los abismos.
18.Las nubes derramaron sus aguas, su voz tronaron los nublados, también cruzaban tus saetas.
19.¡Voz de tu trueno en torbellino! Tus relámpagos alumbraban el orbe, la tierra se estremecía y retemblaba.
20.Por el mar iba tu camino, por las muchas aguas tu sendero, y no se descubrieron tus pisadas.
21.Tú guiaste a tu pueblo cual rebaño por la mano de Moisés y de Aarón.
Salmos, 90
1.Oración. De Moisés, hombre de Dios. Señor, tú has sido para nosotros un refugio de edad en edad.
2.Antes que los montes fuesen engendrados, antes que naciesen tierra y orbe, desde siempre hasta siempre tú eres Dios.
3.Tú al polvo reduces a los hombres, diciendo: «¡Tornad, hijos de Adán!»
4.Porque mil años a tus ojos son como el ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche.
5.Tú los sumerges en un sueño, a la mañana serán como hierba que brota;
6.por la mañana brota y florece, por la tarde se amustia y se seca.
7.Pues por tu cólera somos consumidos, por tu furor anonadados.
8.Has puesto nuestras culpas ante ti, a la luz de tu faz nuestras faltas secretas.
9.Bajo tu enojo declinan todos nuestros días, como un suspiro consumimos nuestros años.
10.Los años de nuestra vida son unos setenta, u ochenta, si hay vigor; mas son la mayor parte trabajo y vanidad, pues pasan presto y nosotros nos volamos.
11.¿Quién conoce la fuerza de tu cólera, y, temiéndote, tu indignación?
12.¡Enseñanos a contar nuestros días, para que entre la sabiduría en nuestro corazón!
13.¡Vuelve, Yahveh! ¿Hasta cuándo? Ten piedad de tus siervos.
14.Sácianos de tu amor a la mañana, que exultemos y cantemos toda nuestra vida.
15.Devuélvenos en gozo los días que nos humillaste, los años en que desdicha conocimos.
16.¡Que se vea tu obra con tus siervos, y tu esplendor sobre sus hijos!
17.¡La dulzura del Señor sea con nosotros! ¡Confirma tú la acción de nuestras manos!
Salmos, 105
0.¡Aleluya!
1.¡Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas!
2.¡Cantadle, salmodiad para él, sus maravillas todas recitad;
3.gloriaos en su santo nombre, se alegre el corazón de los que buscan a Yahveh!
4.¡Buscad a Yahveh y su fuerza, id tras su rostro sin descanso,
5.recordad las maravillas que él ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca!
6.Raza de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:
7.él, Yahveh, es nuestro Dios, por toda la tierra sus juicios.
8.El se acuerda por siempre de su alianza, palabra que impuso a mil generaciones,
9.lo que pactó con Abraham, el juramento que hizo a Isaac,
10.y que puso a Jacob como precepto, a Israel como alianza eterna,
11.diciendo: «Yo te daré la tierra de Canaán por parte de vuestra herencia».
12.Aunque ellos eran poco numerosos, gente de paso y forasteros allí,
13.cuando iban de nación en nación, desde un reino a otro pueblo,
14.a nadie permitió oprimirles, por ellos castigó a los reyes:
15.«Guardaos de tocar a mis ungidos, ni mal alguno hagáis a mis profetas.»
16.Llamó al hambre sobre aquel país, todo bastón de pan rompió;
17.delante de ellos envió a un hombre, José, vendido como esclavo.
18.Sus pies vejaron con grilletes, por su cuello pasaron las cadenas,
19.hasta que se cumplió su predicción, y le acreditó la palabra de Yahveh.
20.El rey mandó a soltarle, el soberano de pueblos, a dejarle libre;
21.le erigió señor sobre su casa, y de toda su hacienda soberano,
22.para instruir a su gusto a sus magnates, y a sus ancianos hacer sabios.
23.Entonces Israel entró en Egipto, Jacob residió en el país de Cam.
24.El aumentó a su pueblo en gran manera, le hizo más fuerte que sus adversarios;
25.cambió el corazón de éstos para que odiasen a su pueblo y a sus siervos pusieran asechanzas.
26.Luego envió a Moisés su servidor, y Aarón, su escogido,
27.que hicieron entre ellos sus señales anunciadas, prodigios en el país de Cam.
28.Mandó tinieblas y tinieblas hubo, mas ellos desafiaron sus palabras.
29.Trocó en sangre sus aguas y a sus peces dio muerte.
30.Pululó de ranas su país, hasta en las moradas de sus reyes;
31.mandó él, y vinieron los mosquitos, los cínifes por toda su comarca.
32.Les dio por lluvia el granizo, llamas de fuego en su país;
33.hirió sus viñedos, sus higueras, y los árboles quebró de su comarca.
34.Dio la orden, y llegó la langosta, y el pulgón en número incontable;
35.comieron toda hierba en su país, comieron el fruto de su suelo.
36.E hirió en su país a todo primogénito, las primicias de todo su vigor;
37.y a ellos los sacó con plata y oro, ni uno solo flaqueó de entre sus tribus.
38.Egipto se alegró de su salida, pues era presa del terror.
39.El desplegó una nube por cubierta, y un fuego para alumbrar de noche.
40.Pidieron, y trajo codornices, de pan de los cielos los hartó;
41.abrió la roca, y brotaron las aguas, como río corrieron por los sequedales.
42.Recordando su palabra sagrada dada a Abraham su servidor,
43.sacó a su pueblo en alborozo, a sus elegidos entre gritos de júbilo.
44.Y las tierras les dio de las naciones, el trabajo de las gentes heredaron,
45.a fin de que garden sus preceptos y sus leyes observen.
Salmos, 137
1.A orillas de los ríos de Babilonia estábamos sentados y llorábamos, acordándonos de Sión;
2.en los álamos de la orilla teníamos colgadas nuestras cítaras.
3.Allí nos pidieron nuestros deportadores cánticos, nuestros raptores alegría: «¡Cantad para nosotros un cantar de Sión!»
4.¿Cómo podríamos cantar un canto de Yahveh en una tierra extraña?
5.¡Jerusalén, si yo de ti me olvido, que se seque mi diestra!
6.¡Mi lengua se me pegue al paladar si de ti no me acuerdo, si no alzo a Jerusalén al colmo de mi gozo!
7.Acuérdate, Yahveh, contra los hijos de Edom, del día de Jerusalén, cuando ellos decían: ¡Arrasad, arrasadla hasta sus cimientos!
8.¡Hija de Babel, devastadora, feliz quien te devuelva el mal que nos hiciste,
9.feliz quien agarre y estrelle contra la roca a tus pequeños!
Salmos, 150
1.¡Aleluya! Alabad a Dios en su santuario, alabadle en el firmamento de su fuerza,
2.alabadle por sus grandes hazañas, alabadle por su inmensa grandeza.
3.Alabadle con clangor de cuerno, alabadle con arpa y con cítara,
4.alabadle con tamboril y danza, alabadle con laúd y flauta,
5.alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos de aclamación.
6.¡Todo cuanto respira alabe a Yahveh! ¡Aleluya!
Nota: Una vez terminado los “10 Salmos” prosigue una oracion personal de arrepentimiento y de reconocimiento nuestros pecados. Luego hacer una Ofrenda “Tzedakah”